Los refrigerantes no fluorados, o comúnmente llamados refrigerantes naturales, son sustancias utilizadas como refrigerantes antes ya de 1950, que no dañan la capa de ozono y cuyo potencial de calentamiento global es cero o prácticamente nulo. Las sustancias más utilizadas en la refrigeración comercial e industrial son el amoniaco (R-717), el dióxido de carbono (R-744) y los hidrocarburos (HC) como el isobutano (R-600a), propano (R-290), etano (R-170) y propileno (R-1270).
En algunos casos, su aplicación y carga de refrigerante es más limitada por aspectos de seguridad en comparación a los gases fluorados clasificados como (A1), debido a su mayor riesgo para el ser humano, al ser sustancias inflamables y toxicas como el amoniaco (B2L) o altamente inflamables como los los hidrocarburos (A3). No obstante, las propiedades termodinámicas de los hidrocarburos y del amoniaco son buenas, además de su bajo impacto ambiental.
El uso del dióxido de carbono, en refrigeración comercial en supermercados, empezó a utilizarse sobre todo en países nórdicos en la UE, pero gracias al avance de la tecnología de los equipos, ya encontramos muchos establecimientos también en el sur de Europa, como en España o Portugal, países mucho más calurosos donde se creía inicialmente que no sería viable su utilización. El principal problema del dióxido de carbono (CO2) son sus altas presiones de trabajo, que requieren una mayor inversión inicial en comparación a otras soluciones a día de hoy.
Debido a su bajo impacto ambiental, el uso de estas sustancias ha resurgido en los últimos años, siendo claras soluciones para el futuro en muchas aplicaciones.